domingo, 16 de agosto de 2009

Tullio a dieta (Breve reseña teatral)

El mundillo teatral anda, éstos últimos días, algo revuelto. Desde que el emérito profesor A. B. Dull, de la prestigiosa Universidad de Canford, diera como auténtico el manuscrito "Tullio a dieta", atribuyéndolo a William Shakespeare, muchas han sido las compañías interesadas en llevarla a los escenarios. Tarea que al fin han acometido, con no pocos esfuerzos y desigual fortuna, los integrantes del grupo Teatro Pello, oriundos de la ciudad de Burgos.
Mister A. B. Dull, conocido en el ambiente literario por haber escrito el ensayo: "¿Qué te he hecho yo para que me traigas a ver este espanto, y por qué demonios no decides irte con tu madre, y me dejas en paz de una vez?", en la que analizaba con minucioso detalle los entresijos del teatro inglés actual, y reflexionaba largamente acerca de por qué nadie ha visto nunca, en ninguna ciudad europea, un chino de más de sesenta años, vivo o muerto, contaba en el prólogo a la primera edición que encontró el legajo después de mucho tiempo de laboriosa investigación y profundo estudio, rescatándolo por fin del domicilio de la señora Bridget Murphy; quien llevaba más de treinta años usándolo para calzar la pata de la mesa del comedor.
Tras ver el montaje que los muchachos de Teatro Pello presentaron ayer en Madrid, el crítico abajo firmante ha sacado estas modestas conclusiones:
El príncipe Tullio, en primer lugar, es la esencia misma de la expresión dramática. La escena en la que recrimina a su madre, la reina Brunilda, que su sandwich de jamón y queso no tenga suficiente mayonesa, y culmina con ese monólogo sublime en el que asevera que todos los cocineros del mundo debieran asegurarse de tener pepinillos en la despensa antes de la hora de la cena, constituye el desgarrador testimonio del hombre que, pese a todo, queda siempre a merced del Destino.
Por otra parte Olegaria; la princesa secretamente enamorada del príncipe, aunque éste vista mallas rosas de ballet, simboliza los anhelos de un espíritu puro que ansía conseguir la dicha o, al menos, una buena plaza de aparcamiento.
El malvado Lifart, obviamente, es primo segundo por parte de madre de Yago y, como aquél, hace honor a su linaje y se comporta como una perra. Si bien tiene el detalle de pagar la cuenta del sastre.
Cómo olvidarnos, por supuesto, del rey Angus, quien sucumbe a la tentación y, ya en el acto segundo, se salta el régimen y se pone ciego a pizza, dando origen así a la cadena de acontecimientos que acabarán desatando la tragedia.
Debo decir, sin embargo; que no es "Tullio a dieta" una de las obras mayores de Shakespeare, si bien resulta imprescindible para ayudarnos a entender ese vacío que encontramos en su biografía tras "Otelo", y que algunos eruditos han supuesto que empleó en trabajar de poste de correos en Essex.

2 comentarios:

  1. Paquito, me encantaría ir al teatro con vos. Despues, cafecito de por medio, escucharía tu reseña y estoy segura de que me gustaría más que la puesta que acabamos de ver. :)
    Siguen los abrazos cruzando el mar (ojalá te lleguen)

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  2. Un punto a tu favor ya que hay pocos blogs dedicados al teatro.

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