martes, 26 de mayo de 2009

Un yenesecuá

Hay días en los que uno debiera quedarse en la cama, tapadito hasta la línea de flotación, y levantarse solo de cuando en cuando, para ir a aliviarse al baño. Hoy, para mí, es uno de esos días.
Te cuento:
A una hora indecente de la mañana la caldera de mi casa ha expirado, descanse en paz, entre agónicos estertores. A tomar por saco mi ducha matinal diaria, hasta que se haga efectivo el milagro de Lázaro.
Después me he enterado de que tenía que haber asistido a una reunión importante que te pasas, jo tío. Reunión que me he fumado tranquilamente.
Como no hay dos sin tres; Javier Arguinsonís me ha llamado, para decirme que una de sus actrices se ha marchado de viaje fuera del mundo mundial. Así que el estreno de "Las Bolas Chinas" se ha visto pospuesto, sine die.
Y para rematar la faena, acabo de leer un correo que un señor me ha enviado, afeándome la entrada anterior.
Y he estallado. Tú dirás.
Si es que no aprendo. Hay que ver. Se me calienta el pico; y me lío a tirar tajos con la chaira, y al final acabo acertándole a alguien en el bajo vientre. Y luego pasa lo que pasa.
Resulta que este buen señor está ofendidísimo conmigo. Mira tú.
Que cómo puedo tener tan poca verguenza, me dice, de ir de liberal y de rojo, y de guay del Paraguay, y hacer sin embargo mofa, befa y escarnio de la heróica lucha, ya ves, de los esforzados jovenzuelos que posan defendiendo sus ideales, tan divinos, frente a la Plaza de Toros de Las Ventas.
Ellos y ellas. Oyes.
Que parece mentira que yo (¡Oh, Cielos, yo!) defienda la fiesta taurina y la trivialice, mari, y no me apiade del sufrimiento de los pobres animales.
Tal cual.
En alguna otra ocasión he padecido los ataques de gaznápiros integristas (échale un ojo a los comentarios de algunas de las entradas de mi blog anterior). Y debe irme la caña; porque leyendo a este señor he disfrutado más que Ernesto de Hannover de visita en una destilería.
Quede claro que, por norma general, no contesto a estas chorradas. Pero es que hoy, qué quieres que te diga, tengo un algo rondándome por la cabeza, un yenesecuá, que me pide a gritos que me desquite con el mundo.
Así que...
En primer lugar; mire usté, buen hombre, yo amo incondicionalmente a los animales. De todo tipo, incluido a algún que otro ser humano. Le partiría el alma a cualquier malnacido que maltratase a un perro, a un gato, o a un jilguero, pongamos por caso.
Pero creo también que no es lo mismo lanzar a una pobre cabra desde lo alto de un campanario (salvajada propia de neanderthales, y de algunos catetos de España), que enfrentarse a un morlaco de seiscientos y pico kilos, capaz de dejarte listo de papeles de una cornada en un decir Jesús. Y eso no me hace defensor de ninguna postura. Como ya dije; ésa no es mi guerra.
Y como me preocupé de intentar dejar clarito, creo que un hombre que se vista por los pies debe defender sus ideales, hasta el final. Y si estos consisten en despelotarse frente a una plaza de toros, para protestar, pues vale.
Y yo no voy de nada, querido señor. Si acaso; me revientan las criadillas los cobardes que, como usted, se amparan en el anonimato, en lo políticamente correcto, en el cójamela con papel de fumar, sirvuplé, no vaya a ser que alguien se ofenda. En ellos y ellas, políticos y políticas, guapos y guapas, jóvenes y jóvenas, oenegés y oenejás, etc...
No vaya usted a pensar que todos los que están a la izquierda son pacifistas, ni todos los que están a la derecha son terratenientes. No sea tan simple, por favor.
Y no me venga con demagogias baratas. Que hoy he tenido muy mal día, y no estoy para perder el tiempo con memeces.

domingo, 24 de mayo de 2009

No entiendo nada

Ojiplático me hallo aún. Y lo que me queda, oyes. O sea.
Verás, te explico:
Resulta de que estaba viendo yo el telediario (que es lo que tiene ser artista, o artisto, que de vez en cuando te asomas al alféizar de la ventana más alta de tu torre de marfil, para ver como le va al pueblo llano; ya ves), y me he quedado de piedra viendo un reportaje en el que un grupo de jóvenes y jóvenas protestaban contra la fiesta de los toros, en pelota picada, frente a la Plaza de Las Ventas.
A ver; no me malinterpretes. A mi; ver a un grupo de chavales con sus piercings, y sus tatuajes, y sus pelos teñíos, y sus banderillas pegadas a sus carnes morenas, que se solidarizan un huevo con los pobres astados, me parece bien.
Y no voy a entrar en si es cruel, o no, una corrida. O si habría, o no, que prohibirlas. Ésa no es mi guerra.
Aunque tengo una idea muy personal al respecto.
En mi opinión; en una plaza un tipo se enfrenta, cara a cara, a un animal.
El hombre se juega la vida. Solo. Nunca amparado por la muchedumbre cobarde y acogedora, ésa que convierte en gallito al más mezquino. Está solo.
Y el toro tiene la oportunidad de llevarse por delante al hijoputa que le está atormentando.
A veces muere el toro. A veces el torero. Son las reglas. Punto.
Pero no hablaba de eso.
Después de ver el reportaje, en el que un periodista idiota preguntaba a un activista fashion de lo last que te peich, de los de P.E.T.A. de toa la vida (amos, por Dios), que qué creía él que sentía el toro cuando le picaban (te lo juro por Arturo), y el otro le decía, compungido mazo, que era incapaz de explicarlo con palabras, me ha quedado como un gusanillo dentro. Un reconcome.
Una mala hostia que te vas de vareta; para ser claros del todo.
Porque yo miro a mi alrededor, y veo una tasa de paro que crece día a día.
Porque después del desastre que provocaron Maravall y Solana con su L.O.G.S.E de los cojones, pocos son los menores de treinta años, y qué verguenza me da decir esto, capaces de citar de corrido más de tres ríos de España (y mucho menos ubicarlos geográficamente), y hasta para sumar deben echar mano de la calculadora. Y no hablemos de Historia, Lengua, Literatura...
Porque la Sanidad aquí (sí; aquí), se va a la mierda a paso de gigante (¿hablamos de las progresivas, y si no lo remedia nadie, imparables privatizaciones?). Y el causante es el pepé que comanda la señora doña Esperanza Aguirre.
Porque me piden, con todo el descaro del mundo, en la televisión (pública y privada), que marque en mi declaración de Hacienda la casilla que aporta beneficios a la Iglesia Católica, no destinándolos, por tanto, a causas sociales... digamos laicas.
Porque hay censura. Joder. En un país al que no puedo llamar España (Hispania, Hesperia), denominación con la que se conoce a este pedazo de tierra desde hace treinta siglos, porque siempre habrá algún gilipollas que me tildará (a un republicano por convicción, de toda la vida) de fascista. Manda huevos.
Y no veo que ningún soplavidrios se mueva, lo más mínimo, para intentar cambiar las cosas.
¿Dónde han quedado los movimientos que, inspirados tal vez por el Romanticismo, pretendían cambiar el mundo? ¿Dónde Woodstock, o Mayo del 68? ¿Dónde el punk, dónde la anarquía? ¿Dónde derribar muros y fronteras? ¿Dónde están aquellos luchadores? Sujetos con corbatas de seda.
Tengo ya canas en la barba y, a estas alturas; estoy convencido de que a un hombre solo le quedan sus normas, sus principios. Ésas reglas del juego que nunca se deben transgredir. Y a las que hay que ser fiel. Aquellas por las que hay que luchar hasta el final.
Así que si a un peliteñido, de piercing en la nariz, y tatuaje del Ché en el hombro, le da por jugarse el culo (bueno; más bien por enseñarlo) en defensa de los toros... pues vale. Olé sus criadillas.
Pero qué quieres que te diga...
Qué quizá ya estoy muy viejo. O que yo tengo una escala de valores distinta a la del común de los mortales.
O que, sencillamente; no entiendo nada.

sábado, 23 de mayo de 2009

Berlín

Acabo de volver de Berlín. He estado fuera durante una semana, en un viaje de (literalmente) placer. Pero todo se acaba. Sigh!! Odio, ya lo dije alguna vez, a los soplavainas que se deleitan en practicar con sus amigos y / o conocidos, la tortura espantosa de enseñarles las doscientas cincuenta fotos, y las dos horas y media de vídeo de sus viajes. Así que paso de mostraros lo A-L-U-C-I-N-A-N-T-E que es Berlín.
Tan sólo os diré que su programación cultural rivaliza con la de NYC, o la de Londres, y que no tiene nada que ver con la farsa maniquea, pretenciosa y estupidizante de este Madrid tan querido, y tan maltratado.
Hay de todo. Y todo bueno.
Lo que va a pegar es "Mirandolina", de Goldoni. Pero hay Goethe, hay Ibsen, hay...






Sonia Torrijos

Sonia es una buena amiga y una gran actriz. Llegó de su Sevilla natal con ganas de comerse el mundo, y vaya si lo va a hacer.
Además de un encanto natural (tiene una sonrisa única), Sonia atesora dos cualidades imprescindibles en un buen intérprete: talento y paciencia.
Ahora ha viajado con su último trabajo, el cortometraje "El epígrafe Api" a Cannes. Ahí es ná.
Y te aconsejo que no la pierdas de vista:
la Torrijos dará mucho de qué hablar.

jueves, 14 de mayo de 2009

Las Bolas Chinas

¡¡¡ATENCIÓN, gente!!! Los chicos de Mataderotr3s Teatro, con el gran Javier Arguinsonís al frente, estrenan su versión; personal, fresca y llena de talento, de "Las Bolas Chinas"; mi... obra maldita. Aquella con la que pensé que nadie se atrevería. Quiero darles las gracias por echarle un par de arrestos, y tirar pa´lante haciendo gala de lo que son: unas personas muy especiales, llenas de amor por el teatro (y por el cine, y por...).
Gracias Javier, por tu generosidad. Gracias chicas, por ser únicas.
Podrás verla el último fin de semana de Mayo, y el primero de Junio, en la sala Mataderotr3s, en la calle don Felipe nº 9, en Madrid. En éste blog, y en la página del grupo, os informaremos de la hora de los pases, y de los cambios que pudieran producirse.

martes, 12 de mayo de 2009

Malas noticias

Hoy ha muerto Antonio Vega. No sé qué decir.

Descanse en Paz.

Javier

Esto sí que es un primo. Hijo de madre guapa y de padre (venga, vale, guapo también) más majo que toas las cosas.
Mi primo Antonio Javier, aparte de ser uno de los hombres más buenos e íntegros que conozco, es locutor de radio. De radio deportiva, claro, que algún defecto tenía que tener el jodío. Y su mujer, Ana, es un cielo. Y a mí se me cae la baba con su hijo Javier, a la sazón primo mío también, pero que se hace querer. Y no me quiero poner babosete, pero... ¡Ay! Es que no puedo evitarlo... ¡Que le quiero mucho, joé!
Así que; ¡Hala! Ahí va la foto de mi chiquitín.
Moríos de envídia.
Ah, primo... Yo sigo siendo del Club Deportivo Castuera... Se siente.



lunes, 11 de mayo de 2009

Nobleza obliga

A ver; que releyendo la entrada de ayer, me doy cuenta de que podría haber sido un pelín más preciso a la hora de dar indicaciones a la amiga Espinosa. Y como la muchacha me cae bien, qué carajo, y fue tan sincera y emotiva a la hora de contarme sus cosas, creo que debo intentar ser algo más concreto.
Las entradas para Broadway, a mitad de precio, las compras en Times Square. Verás un cartel rojo chillón en el que se lee TKTS. Hombre; si no las puedes pillar ahí, tienes un TKTS en Broadway, esquina con W47th st. (Pero éstas no son a mitad de precio, y son para el mismo día).
Luego está lo de los bagels. No los confundas con los bialys. Los primeros son como aplastados, con sésamo o no, y tienen un agujero en el centro. Te dije que se podían rellenar de casi cualquier cosa y es cierto, pero la caña es pedir "a bagel and a schmear", que viene a ser un bagel con queso cremoso. Se pueden rellenar hasta con salmón, fíjate.
Los bialys son bollitos. Como panecillos. Pero no es lo mismo, mari.
Ah, y no los pilles a primera hora de la mañana.
Ve de museos. Please. En el MOMA verás obras de Picasso. Que sí, que también está Warhol (un gran publicista, todo hay que decirlo), pero que "Las señoritas de Avignón" te ponen los pelos como escarpias; también. Te lo juro por el honor de los Prizzi.
En Brooklyn encontrarás salas de teatro alternativas, lugares cuquísimos para tomar un hot chocolate, y la casa de Truman Capote.
Y en Queens... ¡Ah! En Queens está Flushing Meadows, y la casa de Louis Armstrong.
La ropa está bien de precio. Lo habrás oído antes. Yo me traje varios jeans por una cantidad bastante razonable de plata.
Y... Y bueno; ya está bien. Creo que he cumplido. Era lo menos que podía hacer. Después de todo; nobleza obliga.

domingo, 10 de mayo de 2009

Consultorio teatrero sentimental

Vayamos por partes; que dijo Jack el Destripador.
A Juan (Indescifrable) González: Deberías haber visto ya Gran Torino. Si no lo has hecho, y tienes la oportunidad; corre.
En cuanto a música, dos opciones; para asistir a un concierto, vete al de "La Mala Rodríguez", el 12 de Mayo, que está programada en las "Noches del Español". Si quieres pillar algún disco; "Love of Lesbian" acaban de editar uno, que recoge temas propios, desde 1999 hasta ahora. Una estrofa, de "Incendios de Nieve", que me encanta:
(...) "no serás capaz de odiarme,
si lo he empeorado aún más
que bajen tus labios y me callen
si no empezaremos a silbar "(...)
A Martina Espinosa: A ver, corazón, que no soy la Pilot Guide. Si quieres saber de Nueva York, deberías preguntar a Elvira Lindo, y a Ray Loriga, que son más cool, y saben mazo del tema.
Pero qué le voy a hacer... Si es que me han gustado todos esos emoticonos, y esas chuminaditas varias que le has puesto a tu mail... Así que voy a contarte un par de cositas que son guía de supervivencia básica en la ciudad de los rascacielos.
1. - Calzado cómodo. I-M-P-R-E-S-C-I-N-D-I-B-L-E. NYC es para patearla. Y es grande de cojones. No tengas miedo de coger el metro (Es más; hazlo, mola mogollón. Y pilla la Metrocard, que sale más barato). Pero el Midtown es para recorrerlo a golpe de zapatilla. Ni en Tanzania, ni en Noruega, ni en Cuba, ni en Egipto, ni en ningún lado, me han dolido los pies al término de una jornada tanto como en NYC.
2. - Sube al Empire a primera hora de la mañana. Madruga (¡Ah, te jodes!). La vista de la ciudad es la caña. Y no seas rata y coge la audio guía. En la opción de español hay una locutora de acento portorriqueño con la que te partes...
3. - En cambio; para subir al Top of the Rock, la mejor hora es la última de la tarde. NYC de noche es flipante. Y esas vistas...
4. - Al lado del Madison Square Garden (No levantes la ceja. Irás), hay una tienda pequeña, como escondida, del Dunkin Donuts. Caerás.
5. - No te preocupes por comer. La gente come por la calle, toma café por la calle... En fin; es otro rollo. Allí funcionan los Delis. Una especie de buffet donde encuentras todo tipo de comida. También hay tiendas donde comprar y take away (hay unas ensaladas de fruta que están de muerte), y los típicos burgers. Lo de los puestos callejeros es una imagen total. Te cuento; los bagels son unos bollitos que puedes rellenar de casi cualquier cosa. Los pretzels son una especie de rosquillas grandes bastante insulsas (aunque ganan calentitos, recién hechos). Y los perritos... Bueno; pues son perritos, aunque puedes añadirle casi de todo (depende del puesto).
6. - No te preocupes por el idioma. Se habla mucho español. Es más; ahora está de moda allí estudiar español.
7. - Dedica un día a Central Park. Merece la pena. Pero visita también el parque Bryant y túmbate un ratico en el césped.
8. - La bebida de moda desde hace años es la mimosa. Es un combinado de champán con zumo (generalmente de naranja). Está de muerte.
9. - ¡¡¡Por Dios!!! Debes ir a ver algún espectáculo. Preferiblemente; un musical. Hay lugares donde puedes adquirir entradas un pelín más baratas.
10. - Visita la Catedral de St. Patrick. Por tres motivos: es interesante, es la primera en la que se enterró a un hombre santo negro, y por delante de ella, todos los años, pasa el desfile del Orgullo Gay, desafiante, gritando: "¡Qué verguenza, qué verguenza!", en alusión al trato que los católicos mantienen con respecto a los gays.
Espero que te sirva de algo. Yo, como guía turístico, no valgo mucho.
Aunque ya que estamos; amén de todo lo anteriormente expuesto, y (sin duda) influenciado por todas esas caritas amarillas sonrientes, y todos esos ositos, y esos corazoncitos tan melifluos y cargantes que me enviaste, me vas a permitir que te diga dos cositas:
Me dices (corazón mío) que eres de color. Pero; ¿De qué color, hija? ¿Azul? ¿Roja? ¿Amarilla?
En mi modesta opinión, usar de eufemismos tales como "un hombre (o una mujer) de color", en lugar de decir, simplemente, un negro, o una negra, es hacer la rosca a todos esos cretinos guardianes de la moral y de las buenas costumbres, empeñados en descafeinarlo todo, en cogérsela con papel de fumar, acojonaos por un "no se me vayan ustedes a molestar". Seguirles el juego es subir el primer peldaño de la censura. Es darle pie a quien no valora tus cualidades como persona, si no que te evalúa por tu etiqueta. Como si importara tres cojones si eres alta o baja, azul o verde, hetero o lesbiana, Leo o Piscis...
Y cuando estéis en NYC aprovecha la oportunidad, y díselo. Si para él es más importante el color de tu piel, que tú misma, es que es un soplapollas. Y al darte cuenta a tiempo, eso que sales ganando.
Y no tengas miedo. Sólo se vive una vez y créeme; el tiempo pasa muy rápido.

sábado, 9 de mayo de 2009

El último superviviente

Que sí, que sí. Que cualquiera de nosotros ha vivido la experiencia de perderse en la selva amazónica, o en el desierto africano, o donde san Apapucio perdió la boina, y el marrón de tener que regresar por sus propios medios a la civilización. Pasándolas putas, of course.
Ya.
Y si aún no; pues seguro que alguna vez nos toca.
Eso, si aparcamos el Bemeuve, guardamos la plei, y damos un respiro al tabaco y a la birrita. Y si estamos tan gilipollas como para dejarnos caer por alguno de los lugares antes mencionados, y perdernos, claro.
Seguro que Peláez, mi vecino del segundo, barrigón y con dos niños, se ve alguna vez en la tesitura de tener que comer gusanos o cucarachas en algún lugar perdido de Borneo, para no morir de hambre.
Sí. No te jode...
Todo esto viene a cuento de un programa que emiten los fines de semana por la mañana (alrededor de las doce, o doce y pico) en Cuatro, y que se titula "El último superviviente". En él; a un payo inglés, militar de la armada de su majestad, tan mono, le dejan tirado en mitad de ninguna parte, armado con un cuchillo y un par de cojones, y teniendo que buscarse la vida.
O sea; que se la lían parda. Pero él aprieta los dientes, y arrea.
Ésto es; que viene a ser un "Lost", pero de un sólo tipo y sin J. J. Abrams.
Pero una cosa; tú frente a la tele lo pasas fatal. Pero fatal; ¿Eh? Que se te queda la aceituna del vermú ahí parada en el gañote, mientras ves al tipo sufrir que te peich...
¡Y venga a sufrir! ¡Y venga a padecer!
¡Un horror, vamos!
Y que digo yo... Éste pollo irá acompañado de un equipo. O al menos; de un cámara.
¿Y el cámara pasará por todas esas penalidades?
Yo creo que no. Vamos; que si yo fuera el cámara, no pasaría por eso. Lo tengo claro.
Y un inglés es más listo que yo... De largo.
Así que ahí lo tienes.
Con lo que me imagino la estampa: El soldadito muerto del asco, tragándose como puede algún asqueroso bicho para poder subsistir, y el cámara allí sentado, frente a él, zampándose su bocata de jamón, o de chorizo, o lo que coman los pérfidos sajones, y descojonao. Juar, juar. Mira que eres tonto, boy.
¿Quieres un poco, pá probarlo? ¡Ah, no! Que tú estás de supervivencia...
Pos hala, te jodes.
Y límpiate ahí, que tienes una patita de insecto en la comisura de los labios... Je, je.
Pues así, cada fin de semana.
Te recomiendo que lo veas. Que merece la pena, hombre.
Y ya ves; es que hay días en que esta entrada me la dan hecha.

jueves, 7 de mayo de 2009

Telefónica

Lo que te voy a contar es cierto. Te lo juro por Arturo.
Resulta que hace cosa de un mes, mosqueo más, mosqueo menos, suena el teléfono de mi casa / hogar / domicilio. Al otro lado de la línea una señorita, amable que te peich, me dice que es de Telefónica, mire usted. Que si tengo un momentito.
Sin darme tiempo a decir ni que sí, ni que no, se arranca la individua en una perorata de cinco minutos largos. Sin respirar, oyes. Que a los tres minutos, cincuenta segundos, ya dudaba yo si sobre la mesa, al lado del ordenata, tenía una jarrita de agua o un respirador portátil.
"Pues que verá usted, señor tan amable; que resulta de que hay una promoción hiper mega super fashion guay de lo last, para instalar la línea ADSL en su hogar, gratis del todo. Que sí, machote, que tienes que pillar la oferta. Que vas a ir tan rápido por la red, que no te lo vas a creer".
Le contesto dos mire usted, tres es que verá, un par de va a ser que y un que me lo tengo que pensar. Y ahí es cuando me empitona, cornada con dos trayectorias, una de ellas ascendente, tocando la femoral.
Al par de días, puntual como el acné a los quince años, aparece mi vecina con un aparatejo llamado router que un repartidor, que no le había hecho ni firmar ni nada, fíjate, le había dejado en custodia.
Respiro profundo, cuento hasta diez y brinco, ágil cual gacela Thompson, hasta el teléfono.
"¡Uuuuyyyy! Discúlpenos". - Otra señorita, de voz tan amable como la de los surtidores de las gasolineras. - "No se preocupe, que ésto ha sido un error. Que como estamos todavía en promoción, esto está arreglado enseguida. Y que lo apañamos sin coste alguno para usted, naturalmente".
Naturalmente.
Bueno, pues; ¿A que no adivinas? ¡Pues sí! ¡Eso mismo! Que no se me han llevado el maldito router, que no me han dado de baja y que, NATURALMENTE, me han cobrado como si estuviera disfrutando de un servicio del que NO estoy disfrutando.
Que yo me imagino al capitán Sparrow, sentado tras su escritorio de caoba, con los pies en alto, fumándose un puraco del tamaño de mi brazo y descojonao. Juar, juar. Éste pringao. Éstos pringaos. Tú paga. Paga, que yo te aviso.
Que se me llevan los demonios, vaya.
Y sí; he vuelto a llamar, por si te lo preguntas. Y me ha contestado (adivina) una señorita majísima ella. Que tengo unas ganas locas de que me toque alguna vez una borde (que haberlas, haylas), a ver si la mando a hacer gárgaras al Bósforo, y me quedo como Dios. Pero ná.
Y no te lo niego; ciscarse en todo el árbol genealógico de Graham Bell, en fila de a uno, te deja más tranquilo. No te digo que no. Pero que uno no puede evitar la sensación de sentirse tangado... Jé, eso también.
Así que me estoy planteando la posibilidad de darme de baja en Telefónica. Mire usted.
Y mientras me decido; no voy a descolgar el teléfono cuando suene en mi casa / hogar / domicilio. No vaya a ser otra moza, intentando venderme algo más.
Que mira que me jode tanta amabilidad.

martes, 5 de mayo de 2009

Bruno

El tipo es atractivo. No me lo vayas a negar. Tiene ese aire de galán cínico, de malo malote, que tanto os gusta a las chicas. Además; tiene la costumbre de levantar la ceja en un arco casi imposible cuando le da por vacilar, y no sabes si reírte de sus bromas, o del aire a lo dibujo animado de Tex Avery que adopta. Y eso le aporta un cierto aire frágil. Es como ese amigo de tu amigo que viene por primera vez a la pandilla, y quiere caer bien, y se esfuerza por ser encantador, sin darse cuenta de que ya tiene ganadas, de antemano, a todas las nenas. Habla con voz de trueno. O con voz de anuncio de Ford (que yo todavía me acuerdo). Y canta.
Uno de los momentos más tronchantes, y más emocionantes, que recuerdo, lo viví durante una cena, cuando Bruno y Karmele (Aranburu, la mejor a varios cuerpos de distancia de cualquiera) se liaron a cantar ópera, dejando alucinados al resto de los comensales.
Ésta entrada va dedicada a él. Porque sí. Porque aún sigue emitiéndose en la red de tren de cercanías el spot que rodó hace algunos años. Porque la gente (bueno, las niñas) aún le llaman Jaime (el personaje que interpretó en "Al salir de clase") cuando le ven por la calle. Porque defendió con uñas y dientes su protagonista en "Ninette y un señor de Murcia" y salió con nota. Porque su detective en "El Internado" tenía más peso específico que alguno de los protagonistas de la serie. Porque es muy grande, el Squarcia.
¡Y porque es mi amigo, qué coño!

lunes, 4 de mayo de 2009

La Gillette

Lo prometido es deuda. Aquí va el vídeo que me mandó Rous.
Hala, a reírse tocan.

domingo, 3 de mayo de 2009

Gracias, Constantino Romero

Hace un par de días me senté en mi sillón favorito, frente a la televisión (Dios bendiga el invento), y me dispuse a ver una película. Elegí "Van Helsing" por varios motivos: las películas de vampiros son ideales para pasar una noche de viernes, Hugh Jackman es un tipo que (generalmente) me gusta como actor y Elena Anaya... Jé, Elena Anaya me gusta siempre.
No habrían pasado ni diez minutos, cuando tuve la certeza de que el guionista debía ser consumidor habitual de algún tipo de sustancia tóxica (muy tóxica), y que iba puesto hasta las trancas cuando parió aquello. Por otra parte; teniendo en cuenta lo que se tarda en escribir un guión, el pedo (aparte de contundente) debió ser largo de narices. Y debió darle para invitar a todo el equipo (y a los productores), porque no concibo que alguien sobrio (o en su sano juicio) sea capaz de embarcarse en semejante bodrio.
En resumen: no había vivido una experiencia tan traumática desde que escuché cantar a Pierce Brosnan en "Mamma Mia!"
Miré las punteras de mis pantuflas, casi vencido por el desánimo. Y ahora; ¿Qué?
Tras el zapping de rigor (no hay que decir que no encontré nada potable) rebusqué entre mis queridos DVDs. Quizá pudiera matar el rato con algunos capítulos de una teleserie, o quizá...
Y de repente; lo ví. Allí estaba; mirándome fíjamente. Una vieja película de la Warner (1971), con un Clint Eastwood aún joven apuntandome, con su Magnum, directamente a la jeta. Era "Harry el Sucio", de Don Siegel.
Me sacudió un escalofrío de placer.
Huelga decir que la disfruté con palomitas, cerveza y una sonrisa más ancha que la de un marinero en día de permiso.
Como estaba de buen humor, decidí curiosear en los extras y me tragué incluso las entrevistas.
Y al escuchar a Eastwood, consigo mismo y con su mecanismo, caí en la cuenta: ¿Dónde está su voz? ¿Dónde está Constantino Romero?
De repente; el Hombre sin Nombre, el Jinéte Pálido, había desaparecido. Ése rostro familiar, ésas maneras tan conocidas, eran las de un extraño. ¿Quién coño era ese tipo? ¿Cómo se atrevía a usurpar al mismísimo Clint Eastwood? ¡¡Qué desfachatez!!
Volví al menú. Seleccioné una escena, al azar. Escuché al viejo Callahan con su voz de siempre. Con la que yo recordaba desde que, de niño, me acurrucaba en el sofá, junto a mis padres, y me quedaba embobado viendo la tele (Dios la bendiga, por cierto).
Los hay puristas (porque ahora mola mazo ser un intelectual del copón, y ver cine en versión original. Que cómo no nos hemos dado cuenta antes, fíjate, de lo paletos que somos. Nosotros; al revés del mundo). Y los hay que se indignan, y todo, y sermonean desde sus columnas de opinión.
Pues me vas a perdonar, pero yo no soy capaz de ver Heidi, y escucharla hablar en japonés (idioma que, mira tú, no hablo). Y James Earl Jones posee una voz de la leche, no te digo que no, pero Darth Vader tendrá para mí, SIEMPRE, la voz de don Constantino Romero.
Y Natalie Portman habla con la voz de Graciela Molina (actriz pelirroja guapísima, por cierto, que además dobló al protagonista de "Aquellos maravillosos años". Ah; y a la que puedes ver en el corto "El Hombre Esponja").
¿Y sonaría igual Ben Stiller sin la voz del maestro don Pablo del Hoyo? Pfffff...
El caso es que, y con ésto ya termino, la otra noche me fui a la cama pensando en mis viejas películas, y en mis viejas (y no tanto) series de televisión. Recordando los matices de tan maravillosas voces. Sabiéndome un paleto recalcitrante (sí), y estando orgulloso de serlo.
Me acosté murmurando: "Gracias, Constantino Romero".

Tigre

Bajo la luna
El tigre de oro y sombra
Mira sus garras.
No sabe que en el alba
Han destrozado un hombre.
Tankas. "El oro de los tigres". J. Luis Borges. (1972)

sábado, 2 de mayo de 2009

Terry Dodson

Si ya lo sé. Que hay muchos (y muy buenos) dibujantes españoles trabajando para las majors (DC & Marvel, sobre todo), allende los mares. Pero que esto es como lo de comer verdura: o te gusta, o no. Y si bien reconozco que nuestros chicos (the spanish squad) son la caña...
Bueno, pues que tengo debilidad por el trabajo de Dodson. Y ahora que he descubierto que acaba de abrir un blog... Pues que no puedo evitarlo.
¿Por qué no le echas un ojo?

viernes, 1 de mayo de 2009

La Revancha de las Mozas

Pues nada; que tengo a varias amigas enfadadísimas conmigo mismo, y con mi mecanismo, porque dicen que las mujeres también saben reírse de sí mismas consigo mismas. Que si yo voy por ahí restándole importancia al hecho de que las mujeres sois mujeres, y los hombres somos hombres (no, no levantes la ceja; que esto no es una competición de obviedades), que por qué evito colgar un vídeo donde una mujer pueda reirse de sí misma consigo misma.
Pues la respuesta es sencilla... ¡Porque no tenía ninguno!
Así que una de mis amigas (tan ofendidas ellas, oyes) me lo ha pasado. Para que lo cuelgue.
Que yo hubiera subido el que me envió mi amiga Rous (un besito, paya), con el anuncio turco de la Gillette (vale, te prometo que lo cuelgo en breve), pero que como es la "Revancha de las Mozas"... Pues que ellas mandan; ¿No?
¡Hala, ahí va!
A cuidarse.