viernes, 26 de diciembre de 2008

Un dios salvaje

El otro día fui a ver "Un dios salvaje", de Yasmina Reza, en el Alcázar. Como ser humano que soy, y que sufre y ama, intrínsecamente en sus carnes, padezco (a qué negarlo) de varias debilidades. Una es Aitana Sánchez Gijón (actriz a la que descubrí para el teatro con el montaje de "Las criadas" que hizo Mario Gas, que por cierto, es otra de mis debilidades).
Otra es Maribel Verdú, que ha pasado de niña guapa, pareja (artística, se entiende) de Jorge Sanz, a pedazo de actriz del copón, capaz de trasmitir la esencia de un personaje con tan sólo un gesto. Y por último (y no menos importante); Yasmina Reza.
¿Qué puede tener una pieza teatral - aparentemente menor - para enganchar de ésta manera durante la hora y media - sin descanso - que dura? ¿Por qué las localidades se han agotado con semanas de antelación?
Tiene que ver, sin duda, con el trabajo actoral de los intérpretes. Un Pere Ponce que hace de irritante y tocapelotas abogado (papel que, por cierto, interpretó Ralph Fiennes en su puesta en escena londinense). Ésa voz (registro inesperado) que define por completo al personaje. Un hallazgo.
También un Antonio Molero cercano (que huye del "Fiti" de "Los Serrano", y compone al tipo conformista, algo reprimido, muy humano, que sólo estalla con dos copas y en un contexto extremo). Ésa coreografía (patética casi) con la que se esmera en limpiar los vómitos de la invitada... Genial.
Y esas actrices... ¡Ah! ¿Qué decir de ellas?
Ése tono agudo, insolente casi, pijo mal disimulado de la Sánchez Gijón. Brutal.
Ésa rabia mal contenida, de resentimiento hacia una pareja más preocupada del móvil que de ella misma o de su hijo, de la Verdú. Sobrecogedora.
Tamzin Townsend lo borda. ¿Alguien lo dudaba, a priori? Aunque, sinceramente, no sé de dónde saca ésta mujer tiempo para trabajar tanto...
Y bueno; Yasmina Reza demuestra que hay vida después de "Arte".



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