martes, 23 de junio de 2015

Un amor de verano

La tarde cálida y maravillosa de verano quedaba turbada tan sólo por el trinar de un pajarillo aquí, o el repicar de unas campanas acullá. El oro del sol poniente incendiaba el cielo.
Un silencio abrumador, aplastante como una soprano gorda, dotaba al paisaje de un infinito misterio.
Jorgete Negreda, estudiante de tercero de la ESO, sentado junto a su Begoñita, la contemplaba extasiado. Sus manos entrelazaban las de su amada.
Jorgete Negreda, estudiante de tercero de la ESO, miró fijamente a su Begoñita, y susurró:

- Te quiero, Begoñita mía. Te quiero con locura, con delirio, con frenesí, con estulticia, con ataurique, con hidrofobia… Para mí, sólo tú existes en el mundo.
- Entonces – replicó Begoñita - ¿Para ti no existen las coquinas, ni las perífrasis verbales, ni la ensaladilla rusa, ni la hermenéutica, ni Oviedo, ni el Celta de Vigo?
- Sí, Begoñita mía. Todo eso también existe; pero quiero decir que no me importa nada, porque para mí, lo más grande que existe en el mundo eres tú.
- ¿Yo soy lo más grande?
- Sí, tú eres lo más grande.
- Entonces; ¿Soy yo más grande que la Catedral de Burgos, y que la carpa de un circo y que Cangas de Onís?
- Para mí, sí.
- No te comprendo.
- Que va a ser que no me explico. Quiero decir que a mí todas esas cosas me tienen sin cuidado y que, en cambio, por ti soy capaz de todo.
- ¿De todo?
- De todo.
- Entonces; ¿Eres capaz de sostener en la punta de la nariz un paraguas, estando a la pata coja, mientras con tus manos vas tirando al aire múltiples platos que, después de describir una asombrosa curva, vuelven a ellas sin cascarse?
- Begoñita…
- ¿Eres capaz de inventar nuevamente el polo de limón, o el submarino, o el ácido acetil salicílico?
- No, no. No soy capaz de eso. Pero lo que sí puedo asegurarte es que tú, para mí, no eres como las demás chicas.
- ¿Cómo que no soy como las demás chicas? ¿Es que tengo dos cabezas, o dos narices, o cuatro manos?
- No, mujer. No tienes nada de eso.
- ¿Es que tengo monos en la cara?
- Tampoco, tampoco. Por fuera puede que seas como las demás chicas, pero tu alma es diferente.
- ¡Mi alma! ¡Mi alma! ¿Pero es que tú has visto mi alma, muchacho? El alma es algo espiritual que conforma la esencia del hombre, y algunas veces la de la mujer, pero que no es visible.
- ¡Claro que no es visible! ¡Pues menuda cosa has descubierto! Pero…
- ¿Pero qué?
- Pero no sé cómo explicarme. Yo quisiera hacerte comprender que tú lo eres todo para mí.
- ¿Entonces yo soy para ti el donut de chocolate y la Pepsi, y la piscina y el móvil, y el cine y mi hermana Antoñita?
- No, no. Claro que no eres eso.
- Entonces; ¿Qué es lo que quieres decir?
- No sé, porque todo me lo fastidias. Pero en fin; el caso es que me gustas bastante.
- ¡Ah, bueno! ¡Podías haber empezado por ahí!
- ¿Por dónde?
- Por ahí.
- ¡Ah!